Es un tema que hace mucho tiempo empezó a salir a la luz en mi grupo de amigas. No se si alguien habrá pasado alguna vez por ese momento en el que los grupos de amigos que se llevaban estupendamente desde toda la vida, de repente tienen una crisis y empiezan a aflorar los malos rollos entre ellos. Por mi experiencia, en la que he tenido varios grupos de amigas (este último en el que estoy desde hace 10 años....y que sean muchos más), siempre tarde o temprano llega ese momento de crisis que te hace ver quién es realmente el verdadero/a amigo/a y descubres que de un grupo voluminoso con suerte tienes un/a buen amigo/a.

Siempre queda claro que hay que hablar las cosas. Así que todos los componentes del grupo de amigos quedan en reunirse para "aclararlo todo", o también llamado "echarse las verdades a la cara". Y es en este punto dónde a mi siempre me ha surgido el dilema: ¿decir la verdad tal cual es, a bocajarro, o por el contrario decir una mentira piadosa? Supuestamente, como quieren vendernos las películas americanas, después de decirnos todos "perro judío", se supone que todos nos fundimos en un tierno abrazo de amistad y todos cantamos al unísono: "borrón y cuenta nueva". No obstante, nunca ha pasado eso en las reuniones a las que yo he asistido (supongo que no he tenido suerte de vivir la película americana). Al contrario, cuando acaban dichas reuniones la gente tiene más motivos que echarse a la cara y detalles que habían pasado desapercibidos hasta entonces aparecen remarcados en color fluorescente y grabados a fuego en las mentes de algunos/as que ya no olvidan.

Por todo ello, como todo el mundo no tiene la misma predisposición a la reconciliación, a perdonar y aponer la otra mejilla, yo sin lugar a dudas prefiero las mentiras piadosas. Porque lo que si recomiendo es que antes de asistir a esas reuniones "supuestamente" reconciliatorias, se sopese cual de esos "amigos" te merece la pena. Y aunque al resto le cuentes tus verdades como puños, a ese, es mejor regalarle tu mentira piadosa, ya que hay que recordar que cada uno es de su padre y de su madre, y no todo el mundo tiene la capacidad infinita de perdonar, olvidar, "hacer borrón y cuenta nueva".