¡¡POR FIN!!
Pues por fin tengo ¡¡LA JORNADA INTENSIVA!! aún no me lo creo. Vaya cambio que tengo. De estar hasta las 8 de la tarde paso a salir a las 3 y hasta mañana. Que pena que mi horario normal no sea éste, podría tener una vida de lo más normal y no vivir al salto mata arañando tiempo de dónde no tengo.
Aunque claro, tampoco hay que quejarse porque muchos ya querrían trabajo aunque tuvieran que salir a las 8 de la tarde todo el verano. Pero ya se sabe, quejarse del trabajo y del jefe es el deporte nacional de todo español que se precie.
No se si alguna vez os he comentado (supongo que sí) que mi jornada intensiva no tiene nada que ver con el convenio colectivo tan bonito que tenemos. No. Esto es una dictadura, y mi jefe, como todo dictador bueno que se precie, disfruta haciéndole la puñeta a todos aquellos que están bajo sus órdenes.
En resumidas cuentas, el primer año que entré aquí a trabajar, eso de coger la jornada intensiva se medía por el calor que tenía mi jefe. Me explico. Yo le preguntaba: "X, ¿vamos a tener la jornada intensiva ya?" y el susodicho me respondía "yo aún no tengo calor". Por supuesto, esta conversación se formulaba en pleno mes de julio en Sevilla a unas temperaturas de 40º a la sombra. Él nunca tenía calor puesto que cuando empezaba a apretar "el Lorenzo" (como aquí lo llamamos) en lugar de venir a la oficina como los demás a las 5, él iba llegando más tarde. Hasta que cuando hacía muchísima calor llegaba a las 7:45 de la tarde. Evidentemente, él, nunca tenía calor. Pero claro, tampoco podía ser el malo de la película, así que nos daba jornada intensiva en agosto, lo único que ocurria es que entonces nos coincidía con nuestras vacaciones.
Al año siguiente le tuve que echar cara y a principios de mes le dije que qué pasaba con la jornada intensiva, y él me volvió a responder lo mismo: "yo aún no tengo calor"; así que entonces le eché cara: "hombre, es que nosotros que venimos a las 5 (como diciendo: que no tú, que vienes mucho más tarde) nos morimos de calor por el camino, sin contar que cuando llegamos y ponemos el aire hasta aproximadamente las 6:30 no hay quien haga nada del calor que hay concentrado en el piso". Ese año conseguí la jornada intensiva a principios del mes de julio. Ni que decir tiene, que nuestro convenio estipula muy claramente la jornada intensiva, lo único que ocurre es que él, el convenio y el Estatuto de los Trabajadores los usa para que las mesas no estén cojas.
Y ya este año pensé, total si le va a echar cara mejor le echo yo cara antes porque igual me pone de mala idea y la liamos. Así que fui a su despacho a coger unas chequeras y mientas entraba y las cogía le solté: "X, la semana que viene empezamos la jornada intensiva, ¿no?" Ahí, directo, sin posibilidad de replantearse el calor que tenga. Me miró porque lo pillé totalmente desprevenido y me dijo "vale". Con muy poca fuerza y casi perplejo por lo que había soltado en un momento.
Hoy, ni se acordará de la jornada intensiva hasta que sean las 2:30 y vea que no recogemos. Entonces vendrá y dirá: "venga vámonos que son las 2:30". Y yo le diré: "X, ¿no te acuerdas que hoy empezábamos la jornada intensiva". Y entonces él pondrá una cara que lo único que le faltará será echar espuma por la boca. Y yo para mis adentros me diré: "ahí lo llevas, que yo ya tengo suficiente calor para quedarme en casa".