Querido amigo:
En estos momentos, sigo sin saber que es lo que esperas de mí. Me pregunto si simplemente no esperas nada o si lo que esperas, al comportarte de esta forma conmigo, es que yo sea la que ponga fin a esta amistad creada por los dos. Si es lo que pretendías, he de decirte que lo has logrado porque, sinceramente, me encuentro derrotada. Me siento muy cansada de ser yo la que tira de este compromiso que creo que soy la única que quiere mantener, cuidar e intentar cultivar.
Mirando hacia atrás, veo las cosas que hemos pasado y compartido y he de confesar que me invade una gran tristeza puesto que yo siempre he sido sincera contigo y tu, sin embargo, no lo has sido conmigo. Me da rabia que precisamente tu fueras el que enarbolaras la bandera de la sinceridad y de que te jactaras de ser cien por cien sincero. Ahora que tengo la cabeza fría y puedo unir todas las piezas, sufro una gran indignación al comprobar que en muchas ocasiones me has mentido y engañado sin necesidad. No entiendo por qué has llegado a ese extremo puesto que la amistad se basa en aceptar al amigo tal como es.
Reconozco que al principio mis sentimientos hacia ti iban más allá de una simple amistad y que, por el contrario, tus sentimientos hacia mi no dejaban de ser simplemente curiosidad por conocer a alguien extraño y que se alejaba de todo convencionalismo por ti conocido. También, he de admitir, que estos sentimientos me han hecho sufrir mucho durante meses y que me los he tenido que tragar y digerir como buenamente he podido porque tu tenías tu pensamiento en otra persona.
Pasados todos estos momentos de tensión y amargura, y después de haber sobrevivido a esta situación y resurgir como Ave Fénix de sus cenizas, llegué a colocarme en la situación que creí perfecta. Me encontraba en el tránsito de reciclarme para convertirme en tu amiga y desechar los otros sentimientos, que visto lo visto, no me hubieran llevado a ningún lado y, solamente, me hubieran acarreado más problemas que satisfacciones. Así que me encontraba en un punto en el que no sentía dolor en el corazón porque había anulado tanto mis sentimientos hacia ti hasta tal punto de que ya no sentía nada. Tampoco era la situación ideal crear un muro a mi alrededor para no dejar que me hicieras daño. Me estaba volviendo insensible en esta relación y me alejaba de quien era como persona, con lo cual, con el tiempo, determiné derrumbar el muro y con ello, volví a sentir el agobio y el dolor en el corazón.
Llegando a este punto en el que tenía asumida mi situación, mi vulnerabilidad hacia ti y que nuestra relación era una amistad profunda de las que todos querríamos encontrar alguna vez en la vida y que no siempre tenemos la suerte de hacerlo, me encuentro que tu comportamiento hacia mí es cambiante y extraño. Te comportas como una montaña rusa: a veces estás a mi lado como el mejor amigo y, otras, no das señales de vida como si te hubieras perdido. Muchos de tus comportamientos me dan a entender que mantienes esta amistad por pura educación y por contestar cortésmente a una persona que muestra interés por ti. Lo siento, pero no creo que una amistad sea esto. Creo que tiene que ser un dar y recibir y no una espera a que alguien se acuerde de ti para contestar cortésmente a esa preocupación o interés demostrado.
Después de observar y sopesar tu comportamiento hacia mí, creo encontrar indicios de que te comportas con total indiferencia hacia mí y, últimamente, hasta de forma maleducada, supongo, que para provocar esta situación en la que me encuentro: que sea yo la que diga "hasta aquí hemos llegado". Tal vez tu conciencia al mirar atrás necesita decirse que fui yo la que acabó con nuestra amistad y no tu.
De todas formas, yo nunca te recriminaría que no quieras ser mi amigo puesto que, precisamente, si algo podemos elegir en esta vida son los amigos. Yo acepto que ya no quieras seguir manteniendo esta amistad pero lo que nunca te podré perdonar, después de lo vivido y de las confidencias realizadas, es que no tengas el valor de decirme que no quieres seguir con esta amistad que tan extrañamente llegó a nuestras vidas. Creo que merezco una explicación de este comportamiento tuyo. Creo que merezco que esta vez seas sincero conmigo. Por ello, yo llego hasta aquí, y a partir de este punto, nuestros caminos han de separarse.
Quiero que sepas que no te guardo rencor. Aunque hayas tenido este tipo de comportamiento conmigo. Pienso que eres una persona maravillosa y que te mereces lo mejor de este mundo porque tu y yo sabemos que ya has sufrido mucho en esta vida. Es por ello, que te deseo mucha felicidad y que la vida te regale cosas maravillosas.
Me duele perder a un amigo como tu pero el destino ha preferido que nuestro futuro fuera éste.
Sólo decirte que siempre te llevaré en mi corazón porque eres inolvidable.
Con cariño,