LA CESTA DE NAVIDAD.
Otra vez nos encontramos en Navidad. No se porqué, pero a mi me parece como si hubiera sido ayer cuando acababa de quitar el árbol y guardar el belén. Y es que este año ha pasado en un abrir y cerrar de ojos. Han pasado muchas cosas, algunas buenas y otras no tan buenas (el adjetivo "malas" lo saco de mi vocabulario porque soy demasiado positiva para aceptarlo). La cuestión es que nos encontramos de nuevo en este mes de diciembre con lo que ello conlleva: consumismo a "tutiplein", listas de reyes (obligo a mi familia a que las haga sino sería un suplicio acertar con lo que cada uno quiere), compra de regalos, comidas de Navidad con amigos y parientes (por suerte yo no tengo comida de empresa) y..."LA FAMOSA CESTA DE NAVIDAD".
Recuerdo de pequeña cuando mi padre llegaba con su caja de cartón (muy mona eso sí) y empezaba a sacar los turrones, las botellas, los mantecados, las peladillas, los bombones...todo por cortesía del jefe de mi papá que durante el año le hacía la puñeta a los trabajadores pero que para la Navidad les obsequiaba con ese detallito (hay que tenerlo en cuenta porque en otras empresas ni eso).
Pues bien, la niña que miraba boquiabierta mientras sus padres sacaban todos esos artículos de aquella caja y que tantos años disfrutó viendo ese ritual, se hizo mujer, empezó a trabajar y por fin tuvo sus primeras Navidades como mujer trabajadora, y, entonces, su empresa le regaló: UNA COMIDA DE EMPRESA. Sí, me pagaron el plato de comida que me tuve que comer rodeada de los socios (entonces trabajaba en una Auditoría), tuve que dar un discurso, me ridiculizaron en público (como al resto de los novatos) e intentaron emborracharme a ver si decía las suficientes tonterías para animar el cotarro. ¿Y la cesta? Pues nada de nada. Me regalaron 4 horas de tortura psicológica.
El segundo año fue igual con una variante: ya no era novata y a los que ridiculizaron fueron a los nuevos. Gracias a Dios, no hubo tercer año en la Auditoría. Para entonces pasé a la Promotora y aquí no hay comida que valga, cosa que agradezco después de mi experiencia vivida en la Auditoría (sí he de confesar que aquellas dos comidas me han traumatizado).
¿Y la cesta en la Promotora? Pues el primer año consistió en un cofre de madera con tres botellas de Rioja. Que después de lo vivido era bastante preferible.
El segundo año decayó la cosa. Del cofre de madera "supermegafashion" pasamos a una lata de pintura (de verdad que era una caja de latón) con tres minibotellitas de champán. Que digo yo que para que quería eso, pero bueno.
Se que los empresarios no están obligados a regalar nada por estas fiestas y que si lo hacen pues es un detalle que ellos quieren tener con nosotros los trabajadores, pero echo tanto de menos aquella cesta de Navidad de mi padre. No es que la necesite para tener turrones. Pero me hubiera gustado ser por un año la que habría la caja delante de mis padres para decirles: "mira lo que me han regalado y lo que os traigo para las fiestas". Evidentemente, eso no va a pasar, no me van a regalar ese tipo de cesta porque para mi jefe, y transcribo palabras textuales, las "cestas de Navidad, esas típicas de turrones, son una chabacanería". En fin, si al final una es chabacana y con muy poco glamour. Vamos que soy más de morancos que de otra cosa.
No se. Se aceptan apuestas para ver que es lo que caerá este año. En mi porra familiar, que ya la he montado para ver quien acierta con lo que me va a obsequiar "su elegantísima señoría", yo he puesto que este año caerá el rulo y la brocha para poder pintar ya que el año pasado me regaló la lata de pintura.
Pues eso. Se abre la porra internauta para el que quiera participar. Prometo dar respuesta con lo que caiga este año.Y en cuanto al premio, la verdad es que no se me ha ocurrido nada. Pero si se anima la gente ya pensaré algo.