Cada vez que me pongo a pensar en los cambios que sufre mi vida me pongo mala. Ya se que debería aceptar que la vida es un cambio continuo y que lo que hay es que adaptarse y bla bla bla...¡basta! No soporto los cambios. Nunca me han gustado y me producen una inseguridad tremenda. Mirando todo lo que ha pasado en estos últimos años me doy cuenta que mi vida ha sufrido bastantes cambios pero no porque yo haya cambiado mucho sino porque la gente que me redoa es la que ha cambiado bastante, y con ello, han cambiado mi vida. No paro de adaptarme a las idas y venidas de la gente. Todos los días alguien me sorprende con un gran cambio en su vida, algo que me hace adaptarme y concentrarme en volver a organizar lo que se me ha trastocado. Leyendo esto da la impresión de que estoy loca de remate. Evidentemente lo único que puedo controlar es mi vida y algunas veces ni eso porque los cambios que me vienen de fuera no son a veces fácil de digerir o asimilar. Pero claro con tanto cambio que estoy sufriendo últimamente estoy desconcertada. Son demasiadas cosas en mi vida. Y algunas, egoístamente, no me producen alegría cuando en relidad son cosas que les pasan a amigos y por las que debería alegrarme un montón. Pero para llegar a ese punto de alegrarme por ellos primero tengo que digerirlas y creo que ya he encontrado la razón: lo que me da miedo no es que sus vidas cambien y con ello la mia a la fuerza, lo que me da miedo es que yo no sea capaz de cambiar mi vida como ellos lo hacen.

En fin, que hoy me he levantado con la cabeza demasiado espesa, pero tu sabes, A., que me alegro de lo que te ha pasado aunque haya tardado dos dias en asimilarlo.