ACOSADORES.
Vaya tema pero es que a raíz de lo sucedido en el día de ayer es algo que no se me ha quitado de la cabeza. Tranquilidad las masas que no ha pasado nada grave. Lo que ocurre es que me puse a pensar en ello y es que cualquiera hoy en día se puede volver un acosador. Sea de una manera u otra, y sea de la edad que seas siempre te puedes llegar a encontrar a alguien conocido o no que puede hacer que te sientas con un miedo atroz a ir sola o a no querer estar en determinados sitios. Al final te quitan la libertad de comportarte como tu eres (si el acosador es conocido) o te obligan a cambiar tus hábitos o forma de conducta. Bueno, creo que me estoy poniendo muy profunda.
Todo ello viene a consecuencia de que ayer, como todas las tardes, la novia de mi hermano llegó a mi casa. Ella trabaja en un bar que está cerca y por la tarde cuando cierran se llega mientras espera que mi hermano llegue de trabajar. Entonces las mujeres empezamos nuestro ritual de cafelito con pastelito y charlar hasta por los codos (he de decir que mi padre también participa sino que el se esconde detrás del periódico deportivo de turno mientras pone la oreja). Pues bien. Lo normal. Comentarios sobre las cosas que va hacer una, sobre donde te vas a ir en verano y demás...nada de hablar de la Pantoja, ¿eh?
La cuestión es que ayer vino muy agitada y nerviosa y es que un tio la había estado siguiendo después de salir de trabajar. Eran las 5:30 de la tarde pero claro a esas horas, todo aquél que haya estado en Sevilla sabe perfectamente que no hay nadie debido a la calor que hace. A esas horas sólo están los que tienen que salir a la fuerza a la calle y los "guiris". Pero claro, en un barrio de las afueras de Sevilla no hay ni guiris ni un alma perdida ni nada de nada. Así que la pobre iba sola por la calle y empezó a correr y no paró hasta llegar a mi casa, eso sí dando un rodeo, metiendose por distintos sitios para perderlo de vista y que así no supiera a dónde se dirigía (joe, la gente como piensa en plan película de acción y de espías cuando la están siguiendo; a mi, simplemente, me hubiera dado por correr como una loca). Evidentemente, después de contarlo llegaron las charlas sobre defensa personal impartidas por mi madre...sin comentarios. Sólo decir que la cosa quedó en que lo ideal sería llevar el bote de laca en el bolso por si se acercaba alguien usarla de expray. Yo creo que le daría con el bote simplemente o le largaría un bolsazo, pero cada cual que haga lo que crea más conveniente en esos momentos de tensión de ser atacada por un acosador.
Aunque el tema, una vez ya mi futura cuñada a salvo en mi casa, dio para mucho y para muchas risas con los métodos de defensa, se me vinieron a la mente a lo largo de la tarde los "momentos acosadores" que yo había vivido. Y me acordé que de pequeña, cuando iba al colegio, hubo un exhibicionista (con gabardina y todo, muy peliculero por cierto) que se entretenía en asustarnos a la salida del colegio. Así que se armó una buena en Sevilla Este (por aquél entonces eran dos casas y media, no el gran barrio que es ahora), la noticia se corrió como la pólvora entre los padres (era el único colegio que había) y hubo reuniones y persecución. Lo que dio como resultado que el exhibicionista no volvió aparecer más por el barrio.
Otra variante que tuvimos, hará dos años, fue la persecución que unos "niñatos con sus motos" (no tienen otro nombre) hacían sobre las muchachas que vamos solas en los coches. Mi barrio es muy tranquilo y de eso se aprovechaban (aún no tenemos comisaría en el barrio que es ya muy grande). El ataque consistía en que ellos aparecían (por lo menos seis motos) y te cerraban el paso por delante y por detrás (parece de película pero pasó y unas cuantas veces) mientras los otros te acosaban y daban golpes en el coche. Resultado: una chica se tuvo que poner a más de 140 km/h para escapar de los "niñatos" que no tendrían más de 18 años por unas carreteras a las que como máximo puedes ir a 30 km/h. La noticia volvió a correr como la pólvora. Lo que ocurre es que ya hay mucha más gente por la zona, lo que incluye una barriada de guardias civiles que se les "habrían las carnes" cada vez que veían a sus niñas montarse en los coches. Así que los guardias civiles ni cortos ni perezosos fueron contundentes: o la policía lo arreglaba o eran ellos los que lo iban arreglar haciendo patrullas vecinales. Menos mal que la policía lo solucionó porque, sinceramente, los guardias civiles haciendo patrullas creo que dan más miedo.
Pero claro, todos estos acosos siempre los sufrimos las mujeres (no puedo hablar por parte de los hombres aunque me supongo que alguno también los sufrirá). Aunque creo, que estos no son los peores. Ahora que veo las cosas con perspectiva creo que los que son producidos por personas que conoces son mucho más desagradables. Es entonces cuando me acordé de mi antiguo trabajo. Antes tenía cinco jefes (cuatro hombres y una mujer). Trabajaba de auditora en una auditoría pequeña (no era ninguna multinacional) que tenía mucho volumen de negocio. La cuestión es que cuando entré a trabajar allí (después de mi periodo de becaria) es cuando empiezas a descubrir realmente que es lo que se cuece en las cocinas. Al principio notaba que una de las jefas de equipo siempre intentaba esquivar a uno de los jefes. A veces cuando la auditoría le correspondía a este hombre en cuestión notaba que esta muchacha se ponía bastante nerviosa. Una de las veces que tuvimos que viajar a Granada para hacer una de las auditorías que le correspondían al susodicho, esta chica me miró a los ojos y me dijo: "No me vayas a dejar sola con J.....". Y entonces lo entendí...lo entendí demasiado bien. Lo entendí cuando empecé a trabajar con él y descubrí que una mirada puede ser más aterradora que unos "niñatos en moto". Descubrí que era un suplicio ir a su despacho. Y no era lo que dijera, porque decir no decía nada, era la mirada que te echaba que te hacía sentir la persona más desvalida sobre la faz de la tierra. Era como sentirse igual de vulnerable que una niña de 6 años pero con 25 (que era la edad que tenía entonces). Lo horrible es que acabas soportándolo y compartiéndolo con el resto de compañeras. Todo en silencio pero todas intercambiando opiniones con los ojos, con nuestras miradas. Gracias al cielo que no he vuelto a sentirme así nunca más.
En fin, mirando atrás pues sólo me queda que pensar que somos muy vulnerables en cualquier momento de nuestra vida. O tal vez sea yo solamente, no lo sé. Pero no creo que sea una cuestión de carácter porque precisamente soy una persona muy independiente, guerrillera y de carácter bastante fuerte. Al igual que lo eran mis compañeras puesto que teníamos que enfrentarnos a un mundo en el que la mayoría eran hombres (en la auditora trabábamos 16 personas de las cuales sólo habíamos 3 mujeres). De ahí lo desconsoladoramente que puede llegar a ser el sentirse así de vulnerable ante alguien que por el motivo que sea pueda llegar a ejercer sobre ti esa influencia y acoso, aunque seas una persona de naturaleza tremendamente fuerte.
Lo bueno de todo ello (mi lado positivo siempre sale a relucir en cualquier ocasión) es que para futuras ocasiones (porque las habrá, siempre hay alguien que quiere aprovecharse de su influencia de poder sobre los demás) una ya sabe cómo comportarse y a qué atenerse.