No se si a través de mis post o comentarios sabíais que trabajo llevando la contabilidad de unas cuantas promotoras. Bueno si no lo sabíais ya os habéis enterado. Todos los que vivís es España ya conocéis la situación tan mala que están viviendo las promotoras en general y por la mala situación que atraviesa el sector. No os preocupeis que no estoy hablando de mi despido...al menos a día de hoy no. En fin, que contra todo pronóstico mi jefe es un privilegiado dentro de los promotores porque paró de construir justo antes de que esto se fuera a pique. Esto significa que nosotros dejamos de empezar promociones a finales del 2006 y muchos le decían a mi jefe que estaba loco. Ahora, evidentemente, todos aquellos que pensaban que a mi jefe le faltaba un tornillo están en suspesión de pagos (esto es totalmente verídico). Fuera por lo que fuera, mi jefe vio la crisis antes de que llegara y no porque él tenga una bola o eche las cartas del tarot sino, como él bien decía entonces, había signos en la economía que ya iban avisando que la cosa iba mal, muy mal, y que se iba a poner peor.
Nosotros en este descanso de construcción que nos hemos dado y con el que seguimos estando (a día de hoy seguimos sin construir y no se ve mucho ánimo para empezar a hacerlo) no hemos parado de buscar nuevos horizontes o empresas alternativas. Como decían en la carrera, lo importante es la diversificación. Con este espíritu emprendedor que caracteriza a mi jefe la cosa era bien sencilla: había que expandirse fuera de nuestras fronteras porque por aquí ya no se puede hacer mucho. Unos promotores se han ido para los países del este, otros en su tiempo se fueron a Portugal, algunos marchan para Sudamérica y otros como mi jefe pues se van a Marruecos. Pues sí, los planes de mi jefe pasan por irse a construir a Marruecos y ahí surge el problema: en Marruecos la gente no habla el castellano, sólo árabe o francés. Mi francés es para defenderme en el caso de que me decidiera a viajar a Francia de vacaciones pero no es para traducir en reuniones de negocios y a mi compañero le pasa un poco de lo mismo. Por tanto, la situación acabó en lo que tenía que acabar: la búsqueda de un traductor de francés.
Así que otra vez se puso en marcha la máquina de recursos humanos de nuestra empresa que cuenta con gente muy cualificada y preparada para ello: YO. Sí, no tengo ni idea. Mira que se lo digo a mi jefe. ¿Cómo voy a valorar alguien que sepa bien francés si yo no se hablarlo a la perfección? Solución: reducimos la búsqueda sólo a nativos. Problema: muchos no saben hablar castellano con fluidez. No obstante, mi jefe, menos mal, es el que se ha encargado de las entrevistas.
En fin, que si no he escrito antes es porque me he pasado toda la semana bastante liadilla con la búsqueda del traductor, vamos un sin vivir. Sólo viendo muchachos rubios guapetones (porque no estaban mal y eso que yo prefiero los morenos) y algún que otro moreno guapetón. Que sacrificada he estado yo...uff, que horror, las cosas que me hace mi jefe.
Bromas aparte, al final mi jefe se decidió por un tal J. que precisamente no era de los más guapos. Es belga y muy simpático pero el castellano todavía no lo tiene totalmente dominado aunque ya se encargará su novia de que lo aprenda.
Pues eso, que ya somos uno más en la empresa. Así que ya tenemos la diversión y la risa asegurada porque ahora mi compañero ha cogido celos del belga, vete tu a saber porqué, y con las paranoias que se monta en la cabeza no puedo hacer otra cosa más que reírme.